Montaña rusa sobre Sevilla. Jürgen Mayer, el proyecto Metropol Parasol y como moverse con rueditas.


Montaña rusa sobre Sevilla. Jürgen Mayer, el proyecto Metropol Parasol y como moverse con rueditas. Por: Pedro Livni.

 A partir del difundido proyecto para la terminal portuaria de Yokohama diseñada por FOA, y con el antecedente de OMA para la misma ciudad, los proyectos con han recurrido a un repertorio de formas complejas, superficies continuas, se han estado sucediendo formando una avalancha, que a ratos se ha vuelto abrumadora. Generalmente estos proyectos, estéticamente asociados a muchas de las investigaciones desarrolladas durante la década de los  sesenta, se han basado principalmente en las nuevas herramientas y programas informáticos que han hecho posible su generación.

En la mayor parte desvinculados de la realidad de la obra construida, han hecho del yeso-cartón el material preferido para dar acabado a las superficies alabeadas de sus  interiores. Por otra parte,  las superficies exteriores se han convertido mucho más costosas y complejas, ya que la realidad de los materiales, llámese encofrados, etc., no se adaptan fácilmente a la complejidad que estas proponen.

El proyecto Metropol Parasol -2004-, ubicado en Sevilla, del arquitecto alemán Jürgen Mayer se enmarca dentro de estas características. Un gran parasol, que protege una plaza, originalmente de hormigón y acero cubre un área de aproximadamente unos 10.500 m2. Albergando en sus subterráneos un museo arqueológico, re-ubicando el mercado de abastos que desde hace más de 30 años ocupa de manera “provisional” un rincón de esta céntrica zona de la ciudad de Sevilla.

El proyecto ha sido reducido alejándose de  su propuesta original, principalmente por el excesivo costo de las obras, remplazando las costillas estructurales  inicialmente previstas en acero, sustituyéndolas por una estructura de madera. Observando el video del proyecto recientemente publicado en (http://www.youtube.com/watch?v=6ktoOjpE33Y) es que llama la atención la literalidad de una ejecución a escala 1.1 de las maquetas producidas por las máquinas CNC.

Los parasoles están formados por una sucesión de costillas de madera – a la manera de las secciones de una tabla de surf, o de las primitivas estructuras de costillas de las alas de aviones.  A pesar de que la serie de costillas le otorgan al conjunto –  a costo de un gran esfuerzo estructural –  una forma poseedora de una cierta continuidad, el resultado total es la construcción  de un objeto semejante a la apariencia de una  ameba en suspensión.

En una entrevista en la revista monográfica de El Croquis, Alejandro Zaera Polo le preguntaba a SANAA acerca de la utilización de curvas en sus proyectos. A lo que estos respondían, “cuando utilizamos las superficies curvas lo hacemos con cuidado ya que los encofrados son rectos “–condición que habría que revisar en  su posterior proyecto para el ROLEX LEARNING CENTER.

Estas paradojas y contradicciones presentes en estas obras, hacen al menos poner en cuestión  dos problemas no resueltos. Por una parte,  la realidad de unos materiales que exigen estar en concordancia con la forma ideada, para que no terminar volviendo la obra un débil simulacro de un material fluido inexistente, o en el mejor de los casos de una realidad improbable. Por otra parte, pensar la realidad desde el modelo – la maqueta –  y los instrumentos para construirla – como es el caso para el Metropol Parasol – no implica automáticamente el  trasladar la realidad del modelo, a ese otro escenario que constituye la , sin antes no detenerse a  pensar desde la realidad de la obra. Incorporando de esta manera toda su complejidad, aceptándola como tal, haciendo del modelo únicamente un apoyo para el diseño de la obra. Este aspecto – la maqueta construida a escala 1.1 – se refleja claramente en las instalaciones de Bernard Cache.

Por lo pronto, las consecuencias que estas prácticas producen, se han traducido casi exclusivamente en un incremento en los costes de las obras. Por el otro lado, y más allá de las afinidades formales presentes, cabria indagar seriamente en el sentido que de lo fluido ha interpretado una facción de la escena arquitectónica contemporánea. En donde la metáfora parece haberse sobrepuesto a la realidad de la obra. En una acción, que recuerda  la inicial euforia que el malcomprendido concepto de pliegue hecho por Deleuze, ejerció sobre una escena ansiosa por el consumo de nuevas formas, como fue la que dominó en gran parte la década de los noventa.

Que un piso se pliegue dando forma a un techo o viceversa,  no implica inmediatamente que uno lo pueda transitar. Aun no tenemos rueditas.VKPK.

Pedro Livni  (Montevideo, 1973). Arquitecto, docente y artista plástico. Candidato a Magister de Arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Chile (http://www.pedrolivni.com)

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