Fe prefabricada: desplazamientos y continuidades en la construcción polaca, el caso del Jesús de Swiebodzin. Por: Gonzalo Carrasco Purull + Pedro Livni.
La ciudad polaca de Swiebodzin los últimos diez años ha sido testigo de la construcción de una de las obras religiosas más monumentales de los últimos tiempos, como es la construcción de una colosal escultura de Cristo, de 33 metros de altura. Una mega-estructura que supera en tamaño incluso al Cristo Redentor de Sao Paulo, de 30 metros de altura.
Las autoridades eclesiásticas de Swiebodzin han subrayado que este esfuerzo ha estado inspirado por el profundo sentimiento religioso en un país en donde el 90% de los habitantes se declara católico. Por otra parte, los ciudadanos de Swibodzin esperan que la construcción de esta obra represente un importante crecimiento del turismo religioso. Equivalente al producido en torno a la figura del Papa Juan Pablo II (Karol Josef Wojtyla) y el itinerario trazado entre Cracovia – lugar en donde Wojtyla realizó sus estudios – y Wadowice, su ciudad natal.
Es así , y a pesar de los polémicos debates que se han desencadenado en torno a lo adecuado o no una obra – que ha significado el gasto de casi 25 millones de dólares , más el trabajo de mano de obra voluntaria como de la facilitada por los prisioneros de la cárcel local – la construcción de esta obra se alinea coherentemente dentro de una larga tradición polaca que concibe la construcción principalmente a partir de las lógicas de la prefabricación y del uso extensivo del hormigón como principal material constituyente.
El hormigón y el regalo de Stalin.
Después de la Segunda Guerra Mundial, las ciudades polacas resultaron casi totalmente devastadas, haciendo de la reconstrucción una tarea larga y costosa. Varsovia por su parte, había sido incorporada por esos años a los países pertenecientes a la órbita soviética, volviendo fuerte la influencia de Moscú sobre la arquitectura polaca. A este escenario se le sumaría el ambiente generalizado de carestía que dominó los años posteriores a la gran guerra, que provocó que muchos materiales de construcción – tales como el acero – se convirtieran en artículos sumamente escasos. Construir en hormigón apareció entonces como la única manera posible de llevar a cabo las obras de reconstrucción, un hecho que modificó radicalmente la apariencia de las ciudades polacas.
Es dentro de este mundo hecho de hormigón, en donde se entiende la construcción el Palacio de la Cultura y las Ciencias de Varsovia. Una obra que nace como un “obsequio” por parte de Joseph Stalin al pueblo polaco. Diseñado por el arquitecto Lev Rudnev y construido entre 1952 y 1955, figuró entre 1955 y 1957 como el edificio más alto de toda Europa. Con sus 168 metros de altura hasta el nivel de la azotea (231 metros medidos hasta el nivel de la antena), el Palacio de la Cultura y las Ciencias incorporó no sólo la gran escala a las ciudades polacas, sino que hizo del hormigón armado en sus estructuras, el material preferido por los monumentos del régimen. Hablar de monumentalidad en Polonia, después del Palacio de la Cultura y las Ciencias, equivaldrá en los años que le siguieron, a hablar en el lenguaje del hormigón.
El Papa y el edificio prefabricado.
El 2 de junio de 1979 el Papa Juan Pablo II realizó un masivo encuentro en la Plaza de la Victoria de Varsovia, marcando uno de los hechos más importantes de la historia reciente de Polonia. En las fotografías de la manifestación y como fondo al altar, aparece insistentemente la fachada del Sofitel Victoria Hotel, edificio construido en su totalidad a partir de componentes prefabricados de hormigón.
El hotel Victoria con sus módulos alveolares, da cuenta de una época en que la construcción polaca además realizarse en hormigón, era concebida a partir de las estrictas lógicas de prefabricación soviética nacidas en la era Jruschov. Una época en donde la construcción era concebida principalmente como un ensamblaje de partes, en donde el módulo dirigía las instrucciones de armado. Unas construcciones que convertían a artefactos mecanizados tales como las grúas, en los verdaderos protagonistas del sitio de construcción.
Hormigón, componente y grúas, eran todos ellos piezas puestas en movimiento en medio de una coreografía marcada por el ritmo mecánico de las lógicas de la prefabricación. Es así que ese día junio, y a pesar de la profunda protesta contra el régimen soviético manifestado en la plaza de la Victoria, el poder total de los jerarcas soviéticos aparecía sobre las moduladas superficies de hormigón del Hotel Victoria, como un recuerdo constante de la condición de precariedad de aquellos años de resistencia.
Un Cristo hecho de partes.
Es así que detrás de la construcción del Cristo de Swiebodzin, se relacionan dos tradiciones de la historia reciente polaca, como son el uso monumental del hormigón y la adopción de las lógicas de la prefabricación de la era soviética.
Su construcción se llevó a cabo a partir de componentes de hormigón prefabricados, que luego de fabricados, eran trasladados al sitio de la construcción. Lugar en posteriormente eran izados mediante el empleo de una serie de grúas, haciendo de la construcción del Cristo de Swiebodzin una labor de precisión.
Este Cristo hecho por partes –a pesar del activo papel de resistencia llevado a cabo por la iglesia polaca contra el régimen soviético – implica en cuanto a los medios empleados y las lógicas constructivas implementadas para su ejecución, un movimiento doble de desplazamiento y continuidad con la herencia formada en medio de los años más duros de dominio soviético. Años en donde la gran escala, lo monumental, lo propio del régimen, poseía el aspecto pétreo del hormigón. Años en donde los monumentos – al igual que las ideologías – más que construirse, se ensamblaban.VKPK.